ANTOLOGÍA DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL DE BOLIVIA (2015)

Nombre del ilustrador : Romanet Zárate, Jorge Dávalos, Paula Guardia
Año de publicación : 2015
Lugar de publicación : La Paz
Editorial : Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia
Colección : Biblioteca del Bicentenario de Bolivia. No. 135
Número de edición : Primera
Número de páginas : 496 págs.
ISBN : 978-99974-847-5-8
Depósito Legal : 4-1-2699-14

La Antología de Literatura Infantil y Juvenil de Bolivia es un libro que recoge lo mejor de la Literatura Infantil y Juvenil de Bolivia. Está dividida de manera cronológica en tres partes en las que se pueden distinguir: una primera generación de pioneros, que en primera instancia se destacaron en poesía y teatro (1922-1979); una segunda generación que desarrolla elcuento regionalizado, costumbrista y tradicional (1980-1999); y una tecera generación que rompe con esquemas tradicionales y se abre a temáticas distintas a lo exclusivamente nacional, mirando la diversidad cultural como riqueza y aporte al país (2000-2015).

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Fragmentos

TEATRO ESCOLAR (1939)

Antonio Díaz Villamil

Retamita

 

PERSONAJES

Retamita                    (14 años. Muchacha indígena hermana de)

Pascual                       (15 años. Cieguito indígena)

Alejo                          (15 años. Pastorcillo indígena, amigo de los anteriores)

 

Cuerpo de canto y baile, formado por diez varones y diez muchachas de unos 10 a 16 años.

Vestidos indígenas como los que usan los llocallas e imillas en las haciendas del país.

Época actual. La acción en cualquier parte del país.

Derecha e izquierda, las del actor.

 

CUADRO PRIMERO

 

La escena presenta una chocita indígena con rústico techo de paja, que se alza en el centro, en medio de un desolado paisaje.

A la puerta de la choza se halla sentado un indiecito ciego, Pascualito, quien al levantarse el telón, ensaya en su quena una melancólica melodía indígena.

 

ESCENA I

Pascual y después Alejo

Después de unos momentos en que toca Pascual su pinquillo, se le aproxima Alejo.

 

Pascual: (Al sentir la aproximación de una persona, interrumpe su melodía) ¿Eres tú, Retamita?

Alejo: Pascucho, no soy tu hermana. Soy Alejo el llocalla de la hacienda.

Pascual: ¿Ya te vienes del pastoreo?

Alejo: Sí. Hoy hemos terminado muy tarde.

Pascual:¿Han estado acaso jugando entre los pastores?

Alejo: No. Ese zorro feroz, enemigo de nuestras manadas ha hecho un nuevo asalto.

Pascual: ¿Y se ha llevado algún animal?

Alejo: Sí, se ha llevado una oveja madre a la que entre todos los pastores no hemos podido rescatar.

Pascual: ¿De cuál de las manadas?

Alejo: Yo no quisiera decírtelo.

Pascual: ¿Por qué?

Alejo: Porque no te ha de gustar la noticia.

Pascual: Entonces… ya lo sospecho (con tristeza). De la manada que cuida mi hermanita, ¿no es cierto?

Alejo: Sí. De la manada que cuida Retamita.

Pascual: ¡Pobres de nosotros! La desgracia sigue acosándonos sin piedad.

Alejo: No es tanto, Pascucho. Ya sabes que cada vez este terrible animal arrebata una oveja. Esta vez le ha tocado a tu hermana.

Pascual: Puede ser así. Pero no es solo esto que nosotros sufrimos. La desgracia se ha venido a aposentar desde hace mucho en nuestra choza y no quiere irse. No quiere irse por nada… Primero se llevó a nuestra madre y nos hizo crecer huérfanos. Luego, la viruela me dejó ciego. Hace un mes la muerte se llevó también a nuestro padre. Y, ahora, que Retamita y yo hemos quedado sin apoyo en el mundo, sin poder yo trabajar, atenido al trabajo de pastora de mi pobre hermanita, el zorro elige precisamente una oveja de Retamita: ¿no es esto ser muy desgraciados?

Alejo: No te aflijas Pascucho.

Pascual: Y, ahora, todavía el patrón se ha de enojar y es capaz de arrojarnos de la hacienda, puesto que pensará ¡que no servimos para nada!

Alejo: En eso tienes razón. Porque el amo no quiere gente inútil en su hacienda.

Pascual: Y yo, ¡un pobre ciego, que ni siquiera puedo ayudar a mi hermana para cuidar el rebaño…!

Alejo: Pero tú no eres tan inútil como lo dices. Eres un músico muy hábil y todos en la hacienda te queremos y admiramos por las bonitas canciones y danzas que sacas en tu pinquillo. A propósito, dicen que para la fiesta de San Juan estás preparando una nueva canción.

Pascual: La música es lo único a lo que puedo consagrarme. Es la única distracción que tengo, la única luz para mi noche interminable. Con ella vivo y con ella procuro interpretar mis penas.

Alejo: ¿Y la nueva pieza que vas a interpretar es muy triste?

Pascual: No. He procurado que sea la menos plañidera. Está dedicada a mi hermana Retamita y quiero que como ella sea dulce y tierna.

Alejo: Muy bien. Me alegro y te felicito. Nadie mejor que Retamita se merece una canción. Es la muchacha más bella y gentil de la hacienda. Bueno, ahora sigo camino a mi casa. Voy a darles la noticia de tu nueva canción. Adiós, Pascucho (sale por la izquierda).

Pascual: Adiós, Alejo (Al quedarse solo toma nuevamente su instrumento y sigue tocando la melodía del comienzo de la acción).

 

ESCENA II

Pascual y Retamita

 

Retamita: (Entra lentamente por derecha, denota tristeza en el rostro y lleva en sus brazos un corderillo de pocos días). Pascucho, ¡hermanito!

Pascual: (Interrumpiendo su melodía). Retamita, ¿ya estás de regreso?

Retamita: Sí, hermanito. Esta vez he llegado tarde. Lo he sentido mucho porque comerás más tarde de lo acostumbrado. Pero, verás como voy a apurarme, (se dirige a la choza).

Pascual: No. Ven un momento.

Retamita: Primero tu alimento, querido hermano. Debes estar con apetito.

Pascual: No hace falta. He perdido el apetito con una mala noticia que me han dado.

Retamita: (Con sobresalto) ¿Ha estado ya por acá el Alejo?

Pascual: Sí. Y me lo ha contado todo ¡Pobre hermanita! ¡Pobrecitos de nosotros, huérfanos! Pobrecito de mí, ¡ciego e incapaz de poder ayudarte en los trabajos de la hacienda!

Retamita: No te aflijas tanto, hermanito mío. Después de todo hay que consolarse. Nosotros no somos ya los únicos huérfanos y desdichados. (Muestra la ovejita que tiene en sus brazos, de tal manera que pueda tocarla el cieguito) Toca. ¿Sabes lo que es?

Pascual: (Examina con el tacto al animal) Oh, un corderito ¡Qué suave su lana! Debe ser muy tierno.

Retamita: Sí, es una chichita y tiene apenas una semana.

Pascual: ¿Y por qué la has traído contigo?

Retamita: Es que, la pobre es también una huerfanita como nosotros. Es de la manada que está a mi cuidado. Hoy se ha llevado y devorado el zorro a su madre. Me la he traído a casa porque se moriría estando solita. Ya ves, hermanito, cómo desde ahora nuestra miserable orfandad ha de ser apoyo y cariño para este animalito.

Pascual: Dámela. (La acaricia y estrecha con ternura). ¡Pobrecita! ¡Huerfanita y sola como nosotros!

Retamita: Tenemos que quererla mucho. Sobre todo tú. Va a ser tu compañera mientras yo esté ausente. Ya tendrás con quién hablar. Además, ¿sabes?, se me ocurre una idea. Le vamos a poner mi mismo nombre: Retamita. Puesto que es como mi hijita…

Pascual: ¡Retamita! ¡Qué dulce va a ser su nombre! Cuando yo le hable y la llame en tu ausencia me haré de cuenta que estoy hablando contigo. (Al corderillo). Retamita. Ven, Retamita. ¿Te gusta el nombre? Claro, que te gusta. ¡Si es tan lindo! ¡Cómo mi hermanita! ¡Retamita!

Retamita: Ya ves cómo la desgracia de hoy nos ha traído también una pequeña alegría.

Pascual: Sí. Ya no somos dos huerfanitos inútiles. Ahora tenemos a alguien a quien querer y a quien proteger. Sí. Ahora puedes hacer la comida. Ya tengo apetito. Mientras tú enciendes el fuego, voy a ensayar la canción que estoy componiendo para la noche de San Juan.

Retamita: (Entrando por la puerta de la choza). Te dejo a la guagua. Voy a hacer la comida.

Pascual: (A la ovejita). Guagua. Te han arrebatado a tu mamacita. Pero no tengas pena. No tengas pena. Tienes ahora otra más linda y más buena.

 

TELÓN RÁPIDO

 

CUADRO SEGUNDO

 

La misma decoración del cuadro anterior.

Pascual: (Sentado en la puerta de su choza, tiene entre sus brazos a la ovejilla, con la que mantiene el siguiente coloquio). ¿Ya estás inquieta, verdad? Claro. Es la hora en que debe volver la mamacita. Sí. Pronto ha de llegar y, como todos los días, te ha de traer la lechecita. ¿Te gusta la leche, no? ¿Mucho? Ah, pues claro. ¿Y sabes cómo consigue leche tu buena mamacita? ¿No? ¿No lo sabes? Pues yo te lo voy a decir. Se lleva todos los días un tachito escondido en el seno y ordeña un poco a las ovejas que están criando a sus hijitos, y luego te la trae a ti guagüita. Ya ves cómo por este sencillo procedimiento todos los corderitos de la manada te ceden un poquito de su leche para que vivas tú. Ya ves que tu nueva mamacita es buena y sabe hallar el modo de hacerte feliz. Ahora ya sientes hambre, ¿verdad? Ten paciencia, Retamita. Ya va a llegar tu mamá con la lechecita para ti y en seguida me va a hacer a mí la comida. ¿Qué buena es, no es cierto? Ah, ¡que Dios la proteja y la bendiga! Sin ella ni tú ni yo podríamos vivir. Por eso tenemos que ser muy agradecidos para con ella. ¿Sabes cómo vamos a agradecerle por ahora? Pues, le vamos a hacer una canción que ya la tengo aquí en la memoria. Es la canción que van a cantar los llocallas y las imillas de la hacienda en la noche de San Juan que está próxima. Esta canción está dedicada a ella. ¿Quieres oírla tú primero? Bueno, escucha. Dice así:

Retamita, Retamita,

flor de oro como el sol

Retamita, Retamita,

dame un poco de tu olor.

Retamita, Retamita,

no te llenes de rubor

Retamita, Retamita,

dame un poco de tu amor.

 

Retamita, Retamita,

es tan dulce tu canción

Retamita, Retamita,

que me baila el corazón.

 

¿Qué te parece? ¿Te gusta? ¿No es verdad que es como para tu mamacita?

Retamita: (Apareciendo por la izquierda; lleva un cántaro indígena en la mano). ¿Qué estás hablando tanto, Pascucho? Desde lejos he estado escuchándote. Te parecías al tata cuando viene a predicar a la iglesia el día de la fiesta. Y hablabas cosas muy bonitas. ¿Dónde has aprendido todo eso?

Pascual: Ah, es que es la compensación a la desgracia de ser ciego. Yo tengo aquí dentro (señala el pecho), unas cosas que me hablan y que me hacen sentir el mundo y la vida, mejor quien sabe que con los ojos. Por eso hablo, pienso y compongo eso que a ti tanto te sorprende.

Retamita: (Con pena). Ay, Pascucho. Esta tarde he regresado muy triste. He pasado por la casa de la anciana Tomasa. Me ha llamado y me ha dicho: ¿Quién como vos, imillla Retamita? Vas a tener mucha suerte. Mi hijo acaba de volver de hacer su pongueaje en la ciudad y me ha dicho que ha oído decir en la casa del patrón que te han de llevar para que seas sirvienta de las niñitas y para que juegues con ellas.

Pascual: (Con alarma) ¿Cómo? ¿Qué te van a arrancar de mi lado?

Retamita: (Abrazándose a Pascual y con voz entrecortada y sollozante). Sí. Eso me ha dicho la awicha Tomasa. ¡Hermano! ¡Pascucho! ¿Qué vamos a hacer?

Pascual: (Con sollozo intenso). ¡Ay, Retamita! ¡Yo voy a morir de pena si tu te vas!

Retamita: ¡Y no ha de ser por mi querer, hermanito! Si él se empeña ¿cómo vamos a poder nosotros pobres huérfanos burlar la orden del patrón?

Pascual: Pues yo iré a decirle que eso es imposible. Que tú no puedes dejarme. ¡Que voy a perecer si me quitan a ti!

Retamita: (Sollozando). ¡Ay, Pascucho, hermanito! ¿Qué es lo que vamos a hacer? ¡Yo no sé cómo evitar esta nueva desgracia!

Pascual: (Con grave tristeza). Sí. Otra nueva desgracia! (después de una pausa y con transición de tono y acento resignado). Pero… ni tú puedes evitarla ni yo puedo hacer nada que no sea llorar con el corazón puesto que con estos mis ojos ciegos no puedo derramar lágrimas. Pero… después de todo, tú debes ir.

Retamita: ¿Ir? ¿Dejarte? ¿Entonces (con amargura) tú lo aceptarías?

Pascual: (Con calma y solemnidad). Escúchame Retamita y mira la forma que tengo de quererte. Si por compasión a mí te quedaras, no harías sino vivir miserablemente junto a un pobre inválido que es una terrible carga para ti y para tu porvenir, con peligro de que el patrón nos eche de la hacienda. Además, ya no podemos tener sayaña porque yo no puedo trabajar como nuestro padre. Con tu trabajo de pastora no podremos vivir los dos por mucho tiempo y tarde o temprano nos tendremos que convertir en dos mendigos. Mientras que ahora, yéndote a la ciudad con los patrones, tú has de progresar. Te van a vestir bien; vas a usar zapatos, te van a enseñar a leer y vas a ser una cholita, en lugar de seguir como una pobre imilla. Junto a los patrones has de llegar a tener alguna influencia y puede que algún día logres hacer algo por mí.

Retamita: Todo eso que dices es muy lindo. ¿Pero, qué va a ser de ti? ¿Quién te va a dar la comida? ¿Quién va a cuidar de tu ropa?

Pascual: Yo no soy más que un estorbo a tu lado. Pero ya sabrás cómo cuando tú te vayas me las he de arreglar para vivir. Para un cieguito digno de lástima, no ha de faltar un techo ni un plato de comida en cualesquiera de las chozas de los peones. He de ser el cieguito ambulante y músico y me he de ir de casa en casa, a pagar mi pan con mis cantos y mis versos. ¡Ya lo vas a ver, hermanita! Y ahora que quién sabe son los últimos días que cuidas de mí, apúrate en preparar nuestra comida.

Retamita: Ay, Pascucho, desde ahora voy a prepararte con todo mi cariño. Vas a probar cómo te lo he de cocinar. (Entra en la choza).

Pascual: (Al corderillo). Guagua. Retamita. ¿Qué te parece? Otra vez te vas a quedar huérfana. Otra vez muy solos. ¡Tú y yo sin más cariño en la vida…! ¡Pobrecita Retamita! ¿Quién te dará lechecita? Ya no tendrás más cuidados que los de este pobre ciego… Y yo… yo no he de poder decir hermanita, Retamita más que a ti. ¡A ti que serás todo lo que me queda en el mundo! (Sollozando). ¡Retamita! ¡Retamita!...

Cae lentamente el

TELÓN

 

CUADRO TERCERO

El mismo escenario de los cuadros anteriores. Es la hora del atardecer. El paisaje va esfumándose entre las sombras de la noche. Hacia el fondo, las fogatas de San Juan brillan con luz rojiza en la lejanía de los cerros que cierra el horizonte.

Delante de la choza de Pascual arde una hoguera de palo de haba que atiza Alejo, mientras Pascual permanece sentado junto al fuego, abrazado de su ovejilla.

 

ESCENA I

Pascual y Alejo

 

Alejo: Es muy raro, Pascucho lo que me han dicho.

 

Pascual: ¿Qué te han dicho?

 

Alejo: Que tú la has convencido a tu hermana para que se vaya con el patrón.

 

Pascual: ¡Qué saben ustedes de mi pensamiento!

 

Alejo: Pero, entonces ¿para qué te lamentas ahora? Ella no quería dejarte. Tú la has obligado. A mí me consta que se ha ido llorando por ti.

 

Pascual: Tú, como todos en la hacienda, saben que las órdenes del patrón hay que cumplirlas. No hay remedio. Además si nosotros nos hubiéramos opuesto, nos despedían al momento.

 

Alejo: En eso tienes razón completa.

 

Pascual: Pero en lo que creo tener más razón es en que o no tenía ningún derecho en retenerla para que sea desgraciada a mi lado. Ella ha dejado de vivir en esta choza que parece que tuviera algún maleficio para todo el que la habita. Se ha salvado de la fatalidad. Es bastante que yo me quede para pasto de la desdicha.

 

Alejo: Pero tú también puedes abandonarla. Muchos peones quieren acogerte en sus casas.

 

Pascual: Sí. Y les agradezco. Pero no puedo ni quiero dejar esta choza. Aquí he nacido. Aquí he conocido la luz y la naturaleza en los días felices en que vivía mi padre y tenía vista. Aquí la he perdido y su última visión se me ha quedado grabada en el alma. En esta choza han muerto mis padres. Pero sus almas en las noches me hablan y me acompañan y me acarician y me consuelan. No puedo irme de aquí.

 

Alejo: Pero, ¡tan solo! Si te pasara alguna desgracia.

 

Pascual: Mayores desgracias no las espero ya. ¿Qué más puede ocurrirme? Además, mis padres, desde el cielo han de velar por mí, así como velarán por mi hermana en la ciudad.

 

Alejo: Pero es que tú no puedes caminar. Si al menos tuvieras un perrito.

 

Pascual: Qué mejor lazarillo que esta mi ovejita. Ella mejor que nadie me comprende y parece que sabe lo que deseo. Me conduce a la aguada, vuelve a la choza. Cuando la nombro, qué dulce y melancólico me sabe ese nombre, (acaricia a la ovejita) ¿No es cierto Retamita? ¡Retamita!... Nadie llegará a comprender lo que tiene ese nombre para mi.

 

Alejo: A propósito de Retamita. Esta noche los muchachos de la hacienda van a cantar tu canción, bailando en torno de las hogueras de San Juan. ¿Quisieras oírles? Creo que te van a dar una sorpresa.

 

Pascual: Quisiera y no quisiera.

 

Alejo: No te entiendo.

 

Pascual: Quisiera escucharles, porque esa canción está dedicada a mi hermana y en ella he volcado toda mi ternura. Es el testimonio de mi gratitud por sus cuidados.

 

Alejo: ¿Y por qué no quisieras?

 

Pascual: Porque esa canción, ahora, estando ella lejos de mí, ha de ser una voz amarga que me dirá lo mucho que he perdido perdiéndola a ella. No sé si podría escucharla así nomás ¡mi corazón tan estrujado!

 

Alejo: Tienes razón, tu dolor es respetable. Pero, ellos vendrán. Así lo han dicho. Piensan que viniendo a cantar en torno de tu hoguera te hacen una manifestación de simpatía. (Escuchando a la distancia). ¿Oyes?... Ya vienen. (Señala a la lejanía).

 

(Se escucha lejano el coro de Retamita, entonado por una veintena de muchachos y muchachas. La canción va haciéndose cada vez más clara como si se fueran aproximando los cantores).

 

Pascual: (Después de una pausa). Sí. Ya la escucho.

 

Alejo: Es muy linda. Debes estar orgulloso de haberla hecho.

 

Pascual: En efecto. Nunca creí que me saliera tan bella. Tiene la tristeza de mi presentimiento. Parece que la hubiera hecho como una canción de eterna despedida; como un grito ahogado por la nostalgia.

 

(Los cantores y bailarines, aparecen tomados por parejas cogidos por la mano. Cuando llegan al escenario hacen un círculo al cual se adjunta Alejo como impulsado por el entusiasmo. La rueda que deja al centro a Pascual y la hoguera, da una vuelta bailando y luego cantan otra estrofa; dan otra vuelta y cantan otra estrofa, así sucesivamente hasta terminar el verso. La letra es la misma que recitó Pascual: “Retamita, Retamita, etc.

 

Luego de dar una última vuelta de danza, comienzan a salir por parejas y a perderse, cantando nuevamente la letra de la canción que va haciéndose cada vez más débil como si se hubieran alejado.

 

La escena queda inmóvil y desierta. Solo se escucha apenas el eco de la canción. Solo Pascual  queda en el mismo sitio e inmóvil junto a su ovejita como si estuviera bajo el peso de una inmensa tristeza).

 

Pascual: (Repitiendo con profunda amargura) ¡Retamita! ¡Ya no existes para mí! (Sollozando). ¡Se fue la luz de mis ojos!... ¡Mi alegría! ¡Mi protección! (Toma la ovejita) ¡Retamita!... ¡Retamita!... Solo me has quedado tú… ¡Pobrecita!... ¡Sola y huérfana como yo!... ¡Retamita!... ¡Retamita!... (Se arrodilla sollozando y estrechamente abrázase a la ovejita, con voz desfalleciente). ¡Retamita!... ¡Retamita!...

 

TELÓN

Ilustraciones